Gobernanza con enfoque de género para un futuro posible
Las universidades públicas, como parte del Estado, pueden transformarse en nodos de innovación y conocimiento al reforzar su vínculo con la sociedad. Su capacidad para articular redes de colaboración entre el Estado, el sector privado y la sociedad civil permite impulsar soluciones que respondan a problemáticas locales con impacto global.
La cooperación entre naciones y la transparencia en la gestión de recursos se han convertido en pilares fundamentales en un contexto internacional marcado por la incertidumbre y las políticas unilaterales, que dejan profundas huellas en el orden global. Ante esta creciente inestabilidad, resulta urgente repensar el rol de todos los actores en la construcción de un futuro más justo y resiliente. La desconfianza generada por la falta de compromiso con los acuerdos y estructuras multilaterales pone de manifiesto la necesidad de recuperar un espíritu de diálogo y colaboración, que permita a los países enfrentar unidos desafíos tan complejos como el cambio climático, las emergencias sanitarias y el envejecimiento de la población.
La experiencia acumulada en la gobernanza de la innovación subraya la importancia de regular los avances tecnológicos con criterios éticos y una visión de largo plazo. La creación de marcos regulatorios sólidos no solo protege contra riesgos emergentes, sino que también favorece que la tecnología se convierta en una herramienta para mejorar la calidad de vida, en lugar de profundizar las desigualdades. Este equilibrio es esencial en un entorno donde la ciencia y la tecnología evolucionan rápidamente y exigen respuestas coordinadas, lo que otorga gran relevancia a la nueva institucionalidad que se está diseñando para la prospectiva en el Estado chileno.
En este contexto, las universidades públicas, como parte del Estado, pueden transformarse en nodos de innovación y conocimiento al reforzar su vínculo con la sociedad. Su capacidad para articular redes de colaboración entre el Estado, el sector privado y la sociedad civil permite impulsar soluciones que respondan a problemáticas locales con impacto global. La integración de iniciativas interuniversitarias y proyectos de investigación colaborativa promueve la formulación de políticas basadas en evidencia, un requisito indispensable para afrontar las vertiginosas transformaciones del mundo actual y combatir la difusión de información falsa.
En este escenario, la participación activa de las mujeres constituye un motor esencial para enriquecer el debate con perspectivas diversas, impulsando soluciones más inclusivas y éticas en ámbitos que van desde la ciencia y el desarrollo tecnológico hasta la gobernanza global y los cuidados locales. Cuando las mujeres acceden a espacios de toma de decisiones y participan en la formulación de políticas, se abren oportunidades para una regulación más equitativa de los avances tecnológicos, un desafío urgente ante las aceleradas transformaciones de nuestro tiempo. En áreas como la inteligencia artificial, la biotecnología o las tecnologías verdes, la incorporación de la perspectiva de género contribuye a evitar que los beneficios de la innovación se distribuyan de forma desigual, respondiendo mejor a las necesidades de la sociedad. Este enfoque resulta crucial para gestionar los cambios tecnológicos sin profundizar las brechas existentes.
En definitiva, la conjunción del liderazgo femenino, la cooperación internacional y el compromiso de instituciones clave como las universidades públicas se perfila como una vía para convertir la incertidumbre en oportunidad. Solo a través de la inclusión de diversas voces y la implementación de políticas basadas en evidencia será posible restaurar la confianza en las estructuras sociales y construir un futuro en el que la innovación y el progreso estén al servicio del bienestar colectivo. La pregunta que debemos hacernos es: ¿estamos realmente trabajando por un cambio inclusivo que abrace la diversidad y potencie la colaboración entre nuestras instituciones?
Publicado en Cooperativa.cl
