La educación artística: Un imperativo para las universidades estatales

Las universidades estatales deben, por lo tanto, asumir un papel activo en la promoción de la educación artística como un pilar fundamental en la formación de sus estudiantes.

Ricardo Carrasco 25-09-2024 / 15:53:47
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En el siglo XXI, el mundo ha entrado en una fase de transformación constante, donde las certezas de épocas anteriores se desvanecen y la incertidumbre se convierte en la norma. Las universidades, especialmente aquellas de carácter estatal, enfrentan el desafío de formar ciudadanos y profesionales capaces de navegar en este entorno cambiante. En este contexto, la educación artística cobra una relevancia crucial. No solo forma individuos creativos, sino que también los dota de herramientas para enfrentar un futuro incierto con flexibilidad, pensamiento crítico y capacidad de adaptación.


Zygmunt Bauman, el destacado filósofo polaco, acuñó el término “modernidad líquida” para describir el estado actual de nuestras sociedades. Según Bauman, vivimos en una época donde las instituciones, los valores y las estructuras sociales que antes parecían sólidas y permanentes se han disuelto. En esta nueva realidad, los vínculos laborales, las identidades personales y los roles sociales son inestables y están en constante transformación. Ya no existe un camino claro y definido para transitar a lo largo de la vida, y las habilidades que se adquirían en una etapa temprana ya no garantizan el éxito o la estabilidad en el futuro.


La modernidad líquida de Bauman es una metáfora poderosa para entender los desafíos contemporáneos. En el pasado, los individuos podían confiar en que sus trayectorias profesionales y sociales seguirían un curso relativamente estable. Sin embargo, en el mundo actual, las personas deben aprender a reinventarse constantemente, a adaptarse a nuevas realidades, a desaprender y volver a aprender. Bauman describe este escenario como una condición de “liquidez” en la que todo fluye, se transforma y cambia con rapidez. En este contexto, las viejas certezas ya no son útiles, y lo que se necesita son nuevas formas de pensar, actuar y relacionarse con el mundo.


Es aquí donde la educación artística se convierte en una herramienta esencial. A diferencia de otras áreas del conocimiento, que pueden centrarse en la adquisición de competencias técnicas o específicas, el arte fomenta una mentalidad abierta, flexible y capaz de enfrentar lo incierto. Las universidades estatales, en particular, tienen un papel crucial en este proceso, ya que son responsables de formar a los futuros ciudadanos en la construcción de una sociedad más justa, inclusiva y creativa.

El papel de la educación artística en la modernidad líquida


La educación artística ofrece algo más que la capacidad de crear obras estéticas; provee una formación integral que permite a los estudiantes desarrollar una forma de pensar y de ver el mundo que resulta particularmente valiosa en tiempos de incertidumbre. El arte enseña a cuestionar, a imaginar lo que no existe, a plantear soluciones diferentes a los problemas y a abrazar la complejidad del entorno.


En el mundo actual, donde las estructuras tradicionales ya no proporcionan respuestas satisfactorias, el arte se convierte en una forma de resistencia creativa. A través del arte, los estudiantes aprenden a habitar y a actuar en un mundo que está en constante transformación. En lugar de buscar certezas, se les enseña a explorar posibilidades, a aceptar la ambigüedad y a convivir con la incertidumbre. Esta forma de aprendizaje no se limita a la creación artística, sino que permea todas las esferas de la vida, ya que los individuos formados en el arte se convierten en pensadores críticos, capaces de cuestionar los discursos dominantes y de generar nuevas formas de conocimiento.


Además, el arte fomenta una visión interdisciplinaria del mundo. En lugar de segmentar el conocimiento en áreas específicas y compartimentadas, el arte invita a conectar saberes, a crear diálogos entre disciplinas y a encontrar soluciones creativas a problemas complejos. Este enfoque resulta especialmente relevante hoy, donde los problemas que enfrentamos como sociedad —desde el cambio climático hasta las desigualdades sociales y los avances tecnológicos— requieren respuestas integrales y colaborativas.


Las universidades estatales deben, por lo tanto, asumir un papel activo en la promoción de la educación artística como un pilar fundamental en la formación de sus estudiantes. No se trata únicamente de formar artistas profesionales, sino de inculcar una mentalidad creativa y crítica que pueda ser aplicada en cualquier campo del conocimiento. La educación artística debe ser vista como una herramienta transversal, capaz de enriquecer y potenciar otras áreas del aprendizaje y de preparar a los estudiantes para enfrentarse a un futuro incierto con confianza y creatividad.

La creatividad como respuesta a la incertidumbre


Una de las principales contribuciones de la educación artística en estos tiempos es su capacidad para fomentar la creatividad. La creatividad no es solo una cuestión de generar nuevas ideas, sino de abordar los problemas desde perspectivas diferentes, de encontrar conexiones inesperadas entre conceptos aparentemente dispares y de desarrollar soluciones innovadoras para los desafíos del presente y del futuro.


El arte, en sus múltiples formas, enseña a pensar más allá de los límites preestablecidos, a desafiar las convenciones y a explorar nuevas formas de expresión y de acción. La creatividad permite a los individuos adaptarse a los cambios, generar nuevas oportunidades y transformar las dificultades en posibilidades.


En este sentido, la educación artística no solo prepara a los estudiantes para enfrentar el presente, sino que les proporciona las herramientas necesarias para dar forma al futuro. Las universidades estatales, como instituciones de formación y de generación de conocimiento, deben asumir la responsabilidad de fomentar esta creatividad, no solo como una habilidad técnica, sino como una forma de vida, una forma de enfrentar el mundo con apertura y flexibilidad.

El pensamiento crítico en un mundo sobreinformado


Otro de los pilares fundamentales de la educación artística es el desarrollo del pensamiento crítico. En este contexto, donde la sobreabundancia de información y la velocidad con la que se difunden noticias, opiniones y datos pueden fácilmente confundir o manipular a los ciudadanos, el pensamiento crítico se convierte en una habilidad esencial. El arte, en sus múltiples manifestaciones, invita a los estudiantes a reflexionar, a interpretar el mundo que les rodea y a cuestionar las narrativas dominantes.


A través del arte, los estudiantes aprenden a observar con profundidad, a analizar las imágenes, las palabras y los símbolos que forman parte de su entorno y a desarrollar una mirada más lúcida y reflexiva. El pensamiento crítico es, por tanto, una herramienta fundamental para navegar en un mundo saturado de información, donde no todo lo que se presenta como verdad es confiable, y donde es necesario discernir, evaluar y tomar decisiones informadas.


Este enfoque crítico no solo se limita al análisis de la información, sino que también se extiende a la capacidad de imaginar alternativas, de cuestionar las estructuras sociales y de proponer nuevas formas de organización. En un mundo líquido, donde las viejas certezas se han desvanecido, el pensamiento crítico es esencial para construir nuevos horizontes de sentido y para crear una sociedad más justa, equitativa y solidaria.

La empatía como valor fundamental


Finalmente, la educación artística fomenta el desarrollo de la empatía, una cualidad cada vez más vital en un mundo que tiende a la fragmentación y a la polarización. A través del arte, los estudiantes tienen la oportunidad de conectar con las emociones, las historias y las experiencias de los demás. El arte nos invita a ponernos en el lugar del otro, a comprender sus perspectivas y a generar un diálogo más profundo con la diversidad humana.


Hoy donde las identidades y los lazos sociales son cada vez más frágiles, la capacidad de empatizar con los demás se vuelve indispensable para construir sociedades más cohesionadas y justas. La educación artística, al promover la empatía, contribuye a la formación de ciudadanos más conscientes de las necesidades y realidades de los otros, más capaces de convivir en la diferencia y más comprometidos con la creación de un mundo más humano y solidario.


Las universidades estatales deben desempeñar un papel central en el fomento de la educación artística, utilizándola como una herramienta crucial para enfrentar los desafíos contemporáneos y futuros. En un contexto de cambios acelerados y constantes, la educación artística proporciona los recursos para formar ciudadanos creativos, críticos y empáticos. Estos ciudadanos no solo podrán adaptarse a las nuevas circunstancias, sino también contribuir a su transformación mediante soluciones innovadoras, construyendo sociedades más equitativas, inclusivas y humanas.


Publicada en El Mostrador (25/09/24)
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Ricardo Carrasco
Director del Instituto de Altos Estudios Audiovisuales UOH y representante de la Red en Artes y Humanidades.