Memoria y Derechos Humanos: Un pilar para el futuro de la Región de O’Higgins
Tanto la democracia como la memoria histórica requieren una defensa activa y constante. No basta con declaraciones o actos conmemorativos; se necesita un trabajo sostenido que permita avanzar en la verdad y en la justicia, no solo para las víctimas, sino para la sociedad en su conjunto.
La memoria no es solo un registro del pasado; es una herramienta que nos orienta en el presente y nos advierte sobre los riesgos de perder los derechos humanos cuando no se defienden. En tiempos de crisis, es fácil sacrificar derechos en nombre de la seguridad, lo que pone en peligro los principios democráticos y la dignidad humana.
A 51 años del golpe de Estado en Chile, la consolidación de la memoria histórica en la Región de O’Higgins sigue siendo un desafío significativo. Ejemplos como las ex cárceles de Rancagua y San Fernando demuestran cómo la acción comunitaria ha permitido abrir espacios para la reflexión, resaltando la importancia de la creación de memoriales y el reconocimiento de sitios de memoria como hitos fundamentales en la lucha por proteger los derechos humanos y construir una memoria colectiva. Sin embargo, este esfuerzo se ve amenazado por un alarmante debilitamiento del apoyo a la democracia. Según el Barómetro Regional, el respaldo a la democracia ha caído del 56% en 2019 al 38% en 2022, mientras que el apoyo a regímenes autoritarios ha aumentado. Este desencanto es especialmente preocupante entre los jóvenes y refleja una creciente desconexión con los valores democráticos, alimentada por la falta de transparencia y el miedo a la delincuencia.
La falta de transparencia, la corrupción y la desconexión entre los representantes políticos y la ciudadanía han contribuido a este desencanto. La percepción de inseguridad y el miedo ante la delincuencia también han llevado a muchos a flexibilizar sus expectativas democráticas, optando por soluciones autoritarias que, aunque pueden parecer efectivas a corto plazo, no garantizan la protección de los derechos fundamentales ni la estabilidad a largo plazo.
Tanto la democracia como la memoria histórica requieren una defensa activa y constante. No basta con declaraciones o actos conmemorativos; se necesita un trabajo sostenido que permita avanzar en la verdad y en la justicia, no solo para las víctimas, sino para la sociedad en su conjunto. La Región de O’Higgins tiene la oportunidad de destacar en este proceso, convirtiéndose en un ejemplo de cómo trabajar en conjunto para rescatar la memoria histórica, promover los derechos humanos y fortalecer la democracia. Pero esto solo será posible si existe una voluntad política real para enfrentar los desafíos pendientes y para promover una cultura de memoria y derechos humanos.
El desafío es claro. La creación de sitios de memoria es un paso necesario, pero insuficiente si no va acompañado de una educación robusta en derechos humanos y de la construcción de instituciones que fomenten la reflexión crítica y el diálogo. Solo a través de este compromiso integral, donde la memoria no sea un recuerdo estático, sino una herramienta activa de transformación social, podremos garantizar que el “Nunca Más” no sea una promesa vacía, sino una realidad sostenida en el tiempo. La Región de O’Higgins tiene la posibilidad y la responsabilidad de ser un referente en este camino, pero ese futuro solo se materializará si mantenemos viva la memoria y nos comprometemos a seguir avanzando, sin descanso, en la defensa de los derechos humanos.