No hablemos de peso, hablemos de calidad de vida

Fabiola Henríquez, directora de Nutrición y Dietética UFRO, destaca en su columna la dificultad que tienen los pacientes con sobrepeso en ver resultados inmediatos en tratamientos nutricionales, lo cual puede generar culpa y conductas alimentarias de riesgo.

Fabiola Henríquez Konings 08-05-2024 / 17:57:21
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Las personas con sobrepeso y obesidad al no observar cambios significativos en su peso durante un tratamiento nutricional, pueden experimentar sentimientos de culpa, insatisfacción corporal y conductas alimentarias de riesgo. Generalmente, esto se atribuye equivocadamente a falta de disciplina y responsabilidad personal.


Tanto niños como adultos son frecuentemente estigmatizados por su peso corporal, asociándose esto a estereotipos negativos. Lo anterior se acrecienta por la actitud del personal de salud, que, inadvertidamente, piensa que el regaño puede servir como motivador para adherirse a un proceso de pérdida de peso, pero esto solo refuerza la baja autoestima, haciendo el manejo de la obesidad poco eficiente.


Los profesionales de la salud jugamos un papel muy importante para prevenir la obesidad en etapas tempranas. Sin embargo, existen muchas barreras en el sistema de salud, como la falta de conocimiento, el tiempo y recursos disponibles para abordar el tema.


En la mayoría de los tratamientos, el peso corporal se considera un indicador suficiente para segregar entre personas sanas y enfermas y, en algunos casos, desestima otros componentes que también determinan la salud. Las principales intervenciones restrictivas para el descenso de peso al año de seguimiento, logran reducciones de hasta 10% máximo y presentan una tasa de fracaso a largo plazo de hasta un 95% (Hall y Kahan, 2018)


Hoy en día se busca quitar el foco principal en el peso, permitiendo mejorar la calidad de vida sin fomentar el estigma de peso, teniendo como componente central la salud integral. Para esto, se da espacio a un enfoque holístico donde se consideran otros aspectos relevantes como, por ejemplo, comer de acuerdo a signos fisiológicos de hambre y saciedad, hábitos de sueño, patrones alimentarios, actividad física, etc. 


Las y los nutricionistas debemos innovar y ser capaces de implementar nuevas estrategias que permitan centrarnos en la persona y no en un indicador antropométrico específico, promoviendo la educación alimentaria y nutricional, fomentando la autorregulación como una de las capacidades más prometedoras para el logro de resultados positivos en el manejo de la obesidad.


El objetivo de cualquier intervención nutricional debe ir más allá de la mera reducción de peso a través de un plan de alimentación mantenido por la “fuerza de voluntad” del paciente, deben modificarse hábitos que permitan una mayor adhesión al tratamiento y un cambio de actitud frente al problema.

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Fabiola Henríquez Konings
Directora carrera Nutrición y Dietética UFRO.