Rectora Araya (UMCE) en Publimetro: "Centrarse sólo en el puntaje para entrar a Pedagogía es discriminador"
La también vicepresidenta del Consorcio de Universidades Estatales, alerta sobre la idea de subir los puntajes de ingreso para los futuros docentes.

- Publicada en Publimetro
La creciente falta de profesores y profesoras en el sistema educativo chileno es un problema latente: hay un déficit de entre 10 mil y 20 mil docentes, de acuerdo a distintos estudios.
Para peor, según datos de Elige Educar, del 2014 al 2021 la matrícula en programas de Educación en Básica y Pedagogía ha caído en un 54%. Y para el año 2025 se estima un déficit de más de 32 mil docentes, que aumentaría a 33 mil en 2030.
Frente a esta situación, diferentes gobiernos han impulsado varias iniciativas para potenciar las matrículas y el desarrollo de la carrera de Pedagogía, como la Beca Vocación de Profesor (implementada desde 2011) y la Ley de Desarrollo Profesional Docente (promulgada en marzo de 2016).
Por lo mismo, mientras surgen voces que piden aumentar el puntaje de ingreso a las carreras de Pedagogía, el Consorcio de Universidades Estatales (Cuech) pone en su matriz para evaluar con lupa la situación.
La rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) y vocera del Cuech, la doctora en Ciencias de la Educación Elisa Araya Cortez, cree que "hay seis claves para formar más y mejores profesores: atracción de vocaciones al acceso; fortalecimiento de la formación práctica y conocimiento del sistema escolar; inserción de profesores jóvenes; retención de docentes a través de remuneraciones competitivas, valoración, social y reconocimiento; innovación y experimentación pedagógica, y digitalización".
¿Cómo se explica la posición de no aumentar los puntajes para una carrera tan vital para el país como es Pedagogía?
—Desde la UMCE nos interesa plantear los problemas de acceso a las Pedagogías -más allá de las estadísticas, números y tests- desde la experiencia que significa ingresar a la carrera, formarse como profesor, salir al sistema escolar y permanecer. Creemos que esa mirada es necesaria.
¿Y por qué hay un déficit tan grande?
—Este es un tema histórico, de larga data, pues nunca tuvimos en todas las salas de clases a los profesores idóneos, en el sentido de que posean formación completa y práctica en Pedagogía. A partir de la obligatoriedad de la enseñanza básica, en los años 60 del siglo pasado, nos faltaron profesores, lo que se replicó en el Gobierno de Ricardo Lagos cuando se hizo obligatoria la enseñanza media. Hay un déficit de arrastre, por la masificación del sistema, pues no se cubren todas las necesidades. Y también han influido factores históricos y políticos, como cuando las escuelas pasaron de la tuición del Estado a la de las municipalidades (lo que empezó en 1981). En ese cambio se perdieron muchos beneficios, por eso hasta ahora el Colegio de Profesores reclama por la "deuda histórica".
¿Qué significó en lo concreto ese cambio de dependencia para los profesores?
—El prestigio que se tenía como docente hasta los '70 no se compara con lo que pasó después y se mantiene hasta ahora, con los profesores como funcionarios municipales, lo que significa menos valoración y menos remuneración. Y además hoy se suma la complejidad de la sociedad, con nuevos desafíos y con la incorporación de la tecnología, más la falta de reconocimiento de la autoridad del profesor. Hay que agregar la violencia que a veces entra a los colegios como forma de resolver los conflictos. Todo lo anterior lleva a que los docentes tengan menos autoridad simbólica y real.
¿Y qué pasa con los incentivos?
—En nuestro modelo de desarrollo, el incentivo está puesto en que el retorno sea rápido a través del ingreso. Pero eso no se da en Pedagogía, donde no se comienza ganando lo que se da en otras profesiones, como Medicina, Ingeniería y Derecho.
Al hablar de incentivos y de buenos modelos siempre salen a colación Finlandia y varios países asiáticos, ¿ese es el ejemplo que debemos seguir?
—Cuando, por ejemplo, hablan de la educación en Finlandia, hay que saber que ese país decidió como Estado hacer de la educación estatal una prioridad. Allí ponen los incentivos antes que las exigencias, y acá sucede al revés. En Finlandia tienen más prestigio y mayor remuneración las Pedagogías que otras carreras. En Chile se da lo contrario. Cuando uno quiere incentivar vía recompensa por remuneración, a lo mejor hay que plantearles a los estudiantes de Pedagogía que no se van a demorar como pasa ahora en la carrera docente entre ocho y doce años en ganar dos millones de pesos, sino que van a tardar dos a tres años. Si a alguien que le gustan las matemáticas se le señala que estudie para ser profesor y que tardará hasta doce años en recibir ese sueldo, mejor se va a una Ingeniería, donde comenzará su desarrollo laboral en ese rango.
¿Cómo ha funcionado la Beca Vocación Profesor, que busca subsanar la carencia de docentes dando gratuidad a quienes entraran a Pedagogía con al menos 600 puntos?
—A algunos puede parecerles que es un rango bajo de ingreso, pero para ninguna carrera hay que ser genio de la NASA. Lo que pasó con esa beca es que fue anterior a la gratuidad, y cuando se implantó lo último ese joven con 600 puntos o más optó por otras carreras. O sea, ese estudiante no necesariamente quería ser profesor. Pero los que sí quieren serlo avanzan en su profesión y tienen menos probabilidad de abandonar la carrera docente, porque es su elección.
¿No es cierto, como muchos piensan, que dada la importancia de la docencia deben ingresar los mejores, y que el puntaje es la forma de medir tal calidad?
—En Pedagogía es importante tener buenos puntajes, pero en el contexto en el que nos encontramos también son vitales habilidades como las capacidades de trabajar en grupos, de lidiar con conflictos, de liderar, de entusiasmar a los estudiantes y de gestionar. Esos elementos equivalen a tener 800 puntos. Por eso centrarse solo en el puntaje como criterio de acceso es discriminador, pues podríamos excluir a jóvenes que no alcanzan el puntaje X deseado o fijado y que a lo mejor son líderes, capaces de armar grupos, innovadores y motivadores.
¿Qué opina de quienes hacen clases pero provienen de otras profesiones?
—Como país ya tuvimos la experiencia de los 'profesores Marmicoc', cuando en pocas semanas algunos obtuvieron el título. Y eso fue bien parecido a un fracaso, porque no se movió la aguja. Lo que pasa con los profesionales que obtienen un título pedagógico después de dos años es que me parece que a alguien le están mintiendo. A un estudiante de Licenciatura en Literatura o a un ingeniero comercial se le dice que podrá ejercer en esas áreas, y cuando no pueden hacerlo se les señala que pueden ser profesores con cuatro semestres más. ¿Es eso válido o bien lo es la formación específica de profesor, que tiene mucho que ver con la práctica, con el entendimiento de los contextos y con saber cómo se aprende? Nosotros creemos en lo último, lo que se complementa con prácticas progresivas desde el inicio de la carrera, que sirven para darse cuenta tempranamente si le gusta o no. Es que esta es una de las profesiones más complejas que hay, porque se interactúa todos los días con cursos distintos y con una cantidad de sujetos con distintas necesidades y diferentes intereses.